Escriba sentado
Saqqara
(30 km
al sur-oeste del Cairo)
IV o
V dinastía ( hacia 2600 a
2350 a .C.)
Piedra
caliza, cristal de roca, magnesita y cobre
Este
escriba es una de las obras egipcias más hermosas del Museo del Louvre, por el
maravilloso juego entre: las estrictas directrices de una fórmula gráfica
preestablecida, y una expresión individualizada.
Los
rasgos de la cara hacen del rostro inolvidable, con una mirada atenta y de
extraordinaria vivacidad.
Se
observan el contraste entre la fisonomía ósea de la cara y la obesidad del
cuerpo, el modelo es un hombre en su madurez, cuya edad se expresa por detalles
sutiles, como el relajamiento de los músculos dorsales.
Diversidad
de colores sobre piedra caliza:
ocre
rojo para la piel
negro
para los cabellos
blanco
para el paño con el que se viste.
Altura:
553,7 cm .,
próxima de las dimensiones de la coudee (codo) unidad egipcia.
Contra
la mayoría de las Estatuas del Antiguo Imperio, los contornos del personaje,
quien descansa sobre un zócalo semicircular, no se inscriben en un volumen en
“pave” (adoquin). Aquí, la visión frontal se inscribe en un triángulo.
El
escriba en cuclillas, es de hecho sentado a la turca, en una posición familiar
a los Orientales.
Está
representado a punto de comenzar a escribir.
Su
sola ropa sirve de apoyo al rollo de papyrus, en parte desenrrollado que tiene
en la mano izquierda. Con su mano derecha aprieta un instrumento de escritura,
sin duda una caña, hoy desaparecida.
Los
hombros son anchos. Las clavículas diseñadas por una línea limpia. El torso es
gordo, con un fuerte pecho, los pezones en relieve y el vientre marcado por un
rollo. Los brazos se representan en un movimiento flexible. Las manos son
tratadas con agilidad y cuidado. Los dedos de la mano derecha afilados y las
uñas planas son insertadas y subrayadas por un pliegue de piel.
Las
piernas al estilo sumerio se apoyan bien sobre el zócalo, sin dudas el
taparrabo, estilo falda, les da libertad.
Un
retrato sorprendente:
El
escriba tiene su cabellera estilizada que forma un ligero relieve. Las orejas
se desprenden del cráneo, detalladas con cuidado.
La
cara es poligonal con una arquitectura ósea:
pómulos
salientes
mejillas
hundidas
maxilar
acentuado
las
cejas dibujadas con pintura, subrayan el desnivel agudo de la arcada y siguen
la curva del párpado.
la
nariz es fina
la
boca delgada, animada por comisuras debido a un ligero fruncimiento de los
músculos.
los ojos del escriba reflejan las
características reales del ojo humano, gracias a un procedimiento técnico de ingenio
excepcional.
En
1995 análisis practicados por el Centro de Investigación y de restauración de
los Museos de Francia permitieron develar que:
Los
ojos incrustados en las órbitas, están compuestos de un bloque de magnesita
blanca veteada de rojo, en el cual se engarza un disco de cristal de roca,
cuidadosamente pulido.
La
cara posterior es esmerilada y cubierta de una capa de materia orgánica, dando
al iris su color y probablemente sirviendo de adhesivo.
Una
perforación de algunos milímetros de profundidad y ligeramente descentrada es
practicada en la cara posterior del disco: marca la pupila, es este
descentramiento quien otorga a la pupila una aparente movilidad.
La
radiografía permite comprender el mecanismo de inserción de los ojos en la
estatua; cada ojo se sostiene con dos anchos grifos (garras) de cobre.
El
escriba no nos pierde de vista.
Los
instrumentos de escritura
Pinceles
de caña, la paleta con dos pastillas de color y el recipiente para diluir la
tinta.
Juntos,
conectados por un cordón, se llevaba sobre la espalda.
El
papiro a medida que se escribe, se enrolla su hoja a la derecha y se desenrolla una zona virgen a la
izquierda.
2
colores: tinta roja, evidencia elementos importantes.
tinta negra, mayor parte de los
textos.
informe realizado para la columna arte raro del Programa Obra en Deconstrucción de radio Universidad de Rosario- FM 103.3- fecha 12/Nov./2011.
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