Un aura
de eucalipto y rosas
“Manifestaciones de la naturaleza, mutables en el tiempo
que cambian y desaparecen según la sucesión de fenómenos”
del Manifiesto Blanco de Lucio Fontana y sus alumnos de Altamira
Dos piezas centrales de formas de color oscuro, se
relacionan con una puerta del Duomo de Milán, la puerta descartada de Lucio
Fontana y con las plazas de Rosario.
Un tumulto sin tiempo donde héroes y mitos parecen
caer vencidos y a la vez son rescatados.
Cada parte fuera del monumento, está rota, por una
fisura que tiempo gotea. Agua de fuente y río las atrapan dentro de un lodo
hecho de jabón. Ahí están, una borla de una fuente, el brazo con corno de un
Tritón (ambos fragmentos se presentan también como obra independiente), la
nariz de Belgrano, proveniente de la restauración de los bustos en la ciudad,
alguna parte de un friso de la plaza Buratovich, todo en un collage entre
figuración y abstracción.
Un pasado que emerge con texturas ásperas, en
contraste con un aura que resplandece en el aroma a eucalipto de la pieza negra
con marco dorado y a rosas en la pieza color arcilla.
Se expande el perfume así como las historias. Desde
el interior, tomando la energía de la materia, dónde están guardadas hojas de
eucalipto, y eso es un misterio develado. Hasta las visiones que las fuentes
tuvieron en las plazas.
Debajo de estas obras hay dos vasijas grandes,
también en jabón, pero realizadas con la técnica de la arcilla, parecen
respirar en su superficie, que se va manchando según la humedad que las rodea.
Entre los restos y lo nuevo, parece que todo tiene
necesidad de ser y desarrollarse.
Texto y fotografías de Marcela Galuppo