UNA TRAMPA
Sobre la obra de Román Vitali :“Ultimas conversaciones íntimas”,
abril-mayo 2006. Intervención
teatro El Círculo, Rosario.
Sabía que había visto las cintas antes, pero afuera, señalando el lugar del accidente.
Aquí las cintas son bandas sólidas remarcando todo el espacio, se tensionan en todas las direcciones. El conjunto me desorienta, en cada ángulo se reinicia un nuevo sistema de coordenadas; y ésta presencia excesiva de la obra, reconozco me incomoda al principio.
Parece un cuerpo fundido en los contornos de un espacio arquitectónico, y que se desenvuelve en finos armazones perpendiculares.
El espacio se subdivide y la obra que tiene un código de colores, tiene una armonía distinta para cada uno de éstos lugares similares, enfrentados en una situación de antes y después.
A su vez las divisiones se complementan y se capturan. Éste efecto general de duplicidad parece acercarnos a una trampa.
“Yo sé de un laberinto griego que es una línea única, recta … para la otra vez que lo mate le prometo este laberinto, que consta de una sola línea recta y que es invisible, incesante” palabras de Borges en Ficciones.
Se ve el ritmo, el color se traslada de un plano a otro y el flujo de energía traspasa los límites. Hay un movimiento forzado, que circula con distintas velocidades, según los tonos. Parece ser que el tiempo es el único que quedó atrapado aquí.
Citando Blanchot “ un universo donde la imagen deja de ser segunda en relación al modelo, donde la impostura pretende la verdad, donde , en fin, ya no hay original, sino un eterno destello en el que se dispersa, en el resplandecer del contorno y del retorno, la ausencia de origen”.
Mayo/2006
Sobre la obra de Román Vitali :“Ultimas conversaciones íntimas”,
abril-mayo 2006. Intervención
teatro El Círculo, Rosario.
Sabía que había visto las cintas antes, pero afuera, señalando el lugar del accidente.
Aquí las cintas son bandas sólidas remarcando todo el espacio, se tensionan en todas las direcciones. El conjunto me desorienta, en cada ángulo se reinicia un nuevo sistema de coordenadas; y ésta presencia excesiva de la obra, reconozco me incomoda al principio.
Parece un cuerpo fundido en los contornos de un espacio arquitectónico, y que se desenvuelve en finos armazones perpendiculares.
El espacio se subdivide y la obra que tiene un código de colores, tiene una armonía distinta para cada uno de éstos lugares similares, enfrentados en una situación de antes y después.
A su vez las divisiones se complementan y se capturan. Éste efecto general de duplicidad parece acercarnos a una trampa.
“Yo sé de un laberinto griego que es una línea única, recta … para la otra vez que lo mate le prometo este laberinto, que consta de una sola línea recta y que es invisible, incesante” palabras de Borges en Ficciones.
Se ve el ritmo, el color se traslada de un plano a otro y el flujo de energía traspasa los límites. Hay un movimiento forzado, que circula con distintas velocidades, según los tonos. Parece ser que el tiempo es el único que quedó atrapado aquí.
Citando Blanchot “ un universo donde la imagen deja de ser segunda en relación al modelo, donde la impostura pretende la verdad, donde , en fin, ya no hay original, sino un eterno destello en el que se dispersa, en el resplandecer del contorno y del retorno, la ausencia de origen”.
Mayo/2006
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