26/4/23

La encajera de Johannes Vermeer

 


óleo s/tela, 1669-1670, 24,5 x 21 cms.

Museo del Louvre


Vermeer fin et flou, definido y borroso, en foco y fuera de foco

De todas las pinturas atribuídas a Vermeer, La Encajera es la más pequeña: 24,5 x 21 cm. Este formato contribuye al mensaje de la tela y a la relación que la obra instaura con quien la mira, suscita una relación cercana.
El formato y el encuadre dan lugar a que se mire muy de cerca a la encajera, su trabajo y su mirada. Pero Vermeer a conjuntamente elaborado una disposición interna de la pintura y trabajado el detalle de modo tal de excluir al espectador de esta intimidad.
El pintor enuncia, en su inescrutable delicadeza, la intimidad es impenetrable a la mirada y al conocimiento de los demás, reservada solo para quien esté en el lugar. Esto es, esa inaccesible esfera que la pintura hace pública en la representación, pero que preserva en su presentación.
Como usualmente en su atelier, el punto de vista es ligeramente oblicuo. Un leve ángulo-bajo refuerza esta imposibilidad de ver. A la vez, el cojín y el tapiz constituyen una masa que obstruye el primer plano, en el mismo lugar donde se supone se ubica el espectador.






El hilo blanco con el cual se ejecuta el encaje está pintado con una extrema precisión lineal, mientras que los hilos rojos y blancos al frente están trazados con manchas y colores. Este doble tratamiento de los hilos de La Encajera marca, por sí mismo, el efecto, de la estructura Vermeer (llamado así por Merleau-Ponty). La diferencia de precisión y definición visual que presenta el hilo blanco en trabajo y la masa de hilos en reposo nos hace ver que nosotros miramos eso que mira la encajera, como ella, pero, al mismo tiempo, el pintor nos hace ver que nosotros no vemos lo que ella mira.




El misterio de Vermeer se constituye en la composición misma de sus telas, un enfoque meditado, que lleva la marca de su presencia en su pintura.

Marcela Galuppo

texto (basado en textos de Daniel Arasse) y fotografías Marcela Galuppo

fcbk Marcela Galuppo insta @marcela.galuppo @fandecaravaggio

La joven de la perla de Johannes Vermeer


            

La joven de la perla , año 1665,

           autor, Johannes Vermeer 

                  óleo sobre tela, 44 x 39 cms..Mauritshuis

La Joven de la perla y un texto desde el sur

Uno de los íconos absolutos de Vermeer, La Joven de la perla, llamada la Gioconda del norte. La modelo puede haber sido María - una de sus quince hijos- pero no podemos afirmarlo. Los atributos de la joven muchacha serían la perla y el tocado que parece un turbante oriental y que le dona un toque de exotismo.
Por qué La Joven de la perla es tan célebre?
Por supuesto, porque representa un canon de belleza femenina, pero igualmente ella emana un brillo emocional muy particular.
Vermeer obtiene este efecto por numerosas estratagemas pictóricas, una de las más sorprendentes es el estudio de los colores, en este caso utilizando leyes de la óptica- antes que éstas fueran establecidas- como las sombras azules del color amarillo.
También tiene algo muy característico que es la ausencia de contorno, esta leve indefinición que hace que la línea de contorno no sea absolutamente definida, utilizando concientemente el sfumato de Leonardo da Vinci. Un efecto flou/ borroso como en una foto, o en el cine.
Encuentro que la pose de la figura también tiene una referencia en da Vinci, ya que como en la Dama del armiño, la joven gira su rostro 90º para mirar por su hombro en dirección al espectador. Su cuerpo permanece flexible en un contrapunto con paño del turbante que pendura vertical y remarca la torsión de la joven.
Su mirada continúa en el espacio el movimiento pivotante de la figura sobre ella misma. La miramos y somos mirados.
Su boca entreabierta le dona una seducción remarcada por el brillo de sus labios, y atrapa el instante de tiempo, ese momento que solo la pintura puede eternizar.
En la gran perla, sus labios, la comisura de la boca, el turbante, él esparce puntos blancos como destellos, en un puntillismo selectivo, coloca perlas diurnas para atrapar y emanar luz.
Flota alrededor de este rostro un aire de misterio, los contornos se difuminan, ella está en un no-lugar.
Qué,no es esta luz?, sino la vibración de su vida, el sentimiento de su presencia, esta sensualidad inocente que nos fascina siglos después, la Joven de la perla, la construcción de la luz de Vermeer.
Marcela Galuppo.
un breve y primer texto, basado en textos de Danel Arasse.

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